Diez gallinas y un perro aparecieron con extrañas heridas, la misma noche en que objetos luminosos surcaron la zona.
En la misma noche, y con apenas unas horas de diferencia, los vecinos de dos campos cercanos a Tilisarao coincidieron en hallazgos misteriosos, sin explicación lógica, que irrumpieron la habitual tranquilidad rural. Las gallinas en un predio, y un perro en el otro, aparecieron con extraños orificios y heridas similares que, según las características observadas por un médico, no habrían sido causadas por ataques de animales salvajes.
El cuadro se completaba con dos luces desconocidas que también esa noche sobrevolaron la zona.
Todo comenzó cuando recibí el jueves 17 de mayo un mensaje privado de una amiga, Alejandra Pinto, diciéndome que tenía que contarme urgente algo que había ocurrido en el campo de Turme, familiar de ella, la noche del miércoles 16. Por la tarde de ese jueves me llamó a casa y me contó a medias lo sucedido, y decidí ir a visitarla a su negocio para entrar en detalles. En el local se encontraba también su hermana María José, quien le había sugerido que se pusiera en contacto conmigo.
Me contaron que en el campo de su prima Andrea Mancilla habían aparecido diez gallinas muertas sin explicación, con orificios extraños en el cuello. De antemano, llamaron a su prima y su esposo que se encontraban en el pueblo para que me relataran lo sucedido de primera mano: llegando a su campo llamado "Manantial de las Flores" (a más o menos dieciocho kilómetros de Tilisarao y a unos cuatro kilómetros del dique San Felipe), alrededor de las 21 divisaron sobre su casa, desde la ruta en su parte más alta, unas luces que en principio confundieron con el reflejo de un poste alto que dejan encendido en la noche. Pero eran dos y en aparente movimiento.
Saliendo de esa zona, ya perdieron de vista la casa entrando a un bajo por la ruta, y al llegar sólo estaba la luz solitaria del mencionado poste. Cuando se dirigieron a cerrar la puerta de gallinero, que queda abierto durante el día para que las aves ingresen por su propia cuenta, se encontraron con la sorpresa de diez gallinas muertas dentro del recinto. Haciendo un reconocimiento más minucioso y sin salir de su asombro, se dieron cuenta de que no tenían signos de violencia, algo que ocurriría si un animal las hubiera atacado. Estaban calientes aún, recién muertas.
Más se sorprendieron cuando vieron que no había ningún tipo de rastro animal o humano o lo que fuere que pudiera atacar a las aves.
Tampoco encontraron restos de sangre esparcidos por el lugar, ya que según ellos, son animales que lógicamente pierden mucha sangre al ser degolladas o lastimadas sobre todo en el cuello. No había el típico plumerío que suele quedar en una contienda de animales en caza, y mucho más extraño todavía es que el resto de las gallinas se encontraba dentro del gallinero, como si nada hubiese pasado.
Según Iván Turme, propietario del campo, el resto de las aves se hubiera alborotado si un animal entrara al recinto, quedando un verdadero desastre de plumas y sangre por doquier después del supuesto ataque. Prometí ir al día siguiente bien temprano. Fue así que regresé con el doctor Luis Gallo y un amigo, Oscar Pedernera.
Encontramos la escena tal como me la habían descripto el día anterior. Revisando las gallinas, encontramos en la mayoría dos orificios de entre setenta milímetros y un centímetro cada uno. Sólo una de ellas tenía una herida de un orificio un poco más abajo del cuello, llegando casi debajo del ala. Introduje uno de mis dedos y solo encontré la carne hueca y blanda. No presentaban la típica rigidez "post mórtem" que se presenta en pocas horas. Llevaban treinta y seis horas de muertas aproximadamente al momento de revisarlas. Le pedí al doctor Gallo que moviera el cuello y el cuerpo de una gallina para tomar evidencia fílmica de la movilidad que aún tenían.
Más tarde, ya dentro del hogar de la familia Turme, nos comentan, mate de por medio, que no es la única vez que les sucede algo así. Ya años anteriores sufrieron la pérdida de animales como vacas mutiladas sin lengua, sin orejas y sin ano, pero que hacía muchos años que estaba todo tranquilo.
Nada había vuelto a suceder hasta este último miércoles 16 en su gallinero. El día anterior, en el negocio familiar de los Pinto, llegó el hermano de mayor de Alejandra y María José contando que en una veterinaria del pueblo, un vecino de Turme de apellido Rojo fue a buscar ayuda para su perro que había sido atacado extrañamente unas horas después de lo sucedido con las gallinas, casi de madrugada. Era todo el dato que tenía. Decidimos dar por concluida la visita en el "Manantial de las Flores" y partimos hacia la estancia vecina llamada “El Saladito”. Fuimos recibidos por la señora Norma Heredia, un tanto sorprendida, pero nos contó lo que había sucedido: alrededor de las 2 de la mañana, escucharon que su perro lloraba y aullaba desesperadamente.
Había sido atacado supuestamente por un animal, y el resto de los perros más chicos corrían a gran velocidad algo cuya figura no pudieron distinguir por la oscuridad de la noche. La señora Heredia nos pidió que nos quedemos dentro de la casa para buscar al perro herido, ya que, al vernos, tal vez huiría. No fue así.
El perro se encontraba tirado sobre un pequeño arbusto, temblando, no sé si de frío, de dolor por la herida o por ambas cosas. Al momento descubrimos que no era una herida común de una pelea con otro animal. Según la señora, si fuera un animal como un puma, león o gato salvaje, estaría desgarrada la piel hacia un costado o hacia abajo, y la pata destrozada.
Presentaba, al contrario, un corte imposible de producir por un animal, incluso le faltaban la carne y el músculo, o por lo menos parte de él. Se podía ver hasta el hueso.
Más arriba de la herida, presentaba dos marcas similares a las que tenían las gallinas. Tomamos fotos lo más cerca posible del pobre perro para tener testimonio de la agresión sufrida.
Es difícil sacar conclusiones de esto, no puedo saber de qué se trata ni cuál es el motivo de dejar este tipo de evidencia por parte de quién (o qué) produjo estos desmanes, por llamarlo de alguna manera. Luces extrañas, animales mutilados vivos, aves secas de todo tipo de líquidos y sin descomponerse ni dejar olor alguno.
Y más aún, ya de vuelta a casa, el doctor Gallo me manda un mensaje de texto diciéndome que en una de sus fotos sobre el gallinero se puede visualizar un OVNI. Tomé mi cámara instintivamente y repasé las fotos. Yo también tomé fotos sobre el gallinero, pero no encontré nada. Sólo quedó la foto del doctor como evidencia de algo. ¿Casualidad? Para pensar…
Fuente : http://www.eldiariodelarepublica.com