lunes, 26 de noviembre de 2012
Marte y otros candidatos para la vida
El hallazgo del Curiosity que «cambiará los libros de Historia» ha avivado el interés por la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Este es un repaso de los lugares con más probabilidades
Durante las próximas semanas, probablemente el 3 de diciembre, la NASA hará públicos una serie de datos obtenidos en Marte por el rover Curiosity. Unos datos que, según el jefe científico de la misión, John Grotzinger, "cambiarán los libros de Historia". Tal y como ya publicó ABC, existen muchas posibilidades de que el anuncio tenga que ver con el hallazgo de material biológico en el Planeta Rojo. O, incluso, de alguna prueba de la existencia de vida pasada en Marte. En estas líneas, resumiremos cuáles son las expectativas de los científicos a este respecto y la razón por la que sería tan importante hallar alguna forma de vida fuera de nuestro propio mundo.
¿Puede haber vida fuera de la Tierra?
Definitivamente sí. Aunque sólo sea por una simple cuestión de estadística. Existen miles de millones de galaxias en el Universo, y cada una de ellas está formada por miles de millones de estrellas. Muchas de esas estrellas, como el Sol, tienen planetas, lo que significa que el número total de mundos se cuenta por billones. Simplemente, no resulta lógico pensar que en medio de tanta inmensidad, la vida haya surgido solo en la Tierra. Hacerlo sería algo parecido a la concepción geocéntrica del astrónomo griego Ptolomeo, quien pensaba que la Tierra estaba fija en el centro del Universo y que todo lo demás giraba a su alrededor. La Ciencia está convencida de que hay vida "ahí fuera". Ahora se trata de encontrarla.
¿Cuáles son los mejores candidatos a albergar vida dentro del Sistema Solar?
Un planeta, Marte, y cuatro lunas: Titán y Encelado (en Saturno), y Europa e Io (En Júpiter). En el primer caso, porque se cree que Marte y la Tierra se formaron a partir de la misma nube de materiales originales y son, pues, mundos muy parecidos, aunque Marte es un poco más antiguo.
Marte
Marte, además, albergó en el pasado una gran cantidad de agua en estado líquido, en forma de mares y grandes ríos cuyos lechos han sido ya recorridos y estudiados por toda una batería de instrumentos centíficos humanos. Marte, igual que la Tierra, tuvo una atmósfera, aunque debido a su menor fuerza gravitatoria (es más pequeño que la Tierra) no logró sujetarla y terminó siendo el mundo árido y seco que conocemos hoy.
Los investigadores, sin embargo, ven más que probable que en el pasado se hubieran desarrollado formas de vida en este planeta, que en su juventud debió parecerse mucho a la Tierra. Y si hubo vida en el pasado, algún microorganismo podría haber sobrevivido hasta el presente, quizá bajo la superficie y al abrigo de la letal radiación solar.
Hasta ahora, casi cincuenta naves han viajado ya hasta Marte para estudiar su composición, dinámica, geología, climatología y, sobre todo, para buscar signos de esa hipotética vida pasada. En este sentido, el Curiosity podría haber relizado un avance espectacular.
Lunas de Saturno y Júpiter
En cuanto a los satélites de Saturno y Júpiter, los cuatro resultan altamente espectaculares. Y por varias razones. Titán, la mayor luna de Saturno, es quizá la mejor candidata. Es el único lugar del Sistema Solar, excepto la Tierra, en el que hay lagos y mares líquidos, aunque no son de agua, sino de metano. Cuenta con una densa atmósfera de nitrógeno y metano y, en más de un sentido, se parece mucho a la Tierra primitiva de hace tres o cuatro mil millones de años, cuando surgió la vida en ella. Los datos de la sonda Cassini y de la sonda Huygens, que aterrizó allí en 2005, refuerzan la idea de que se trata de uno de los mejores candidatos del Sistema Solar para albergar vida.
Encelado
Encelado, por su parte (otro satélite de Saturno) está completamente cubierto por una capa de hielo que probablemente oculta mares de agua líquida. La sonda Cassini ha detectado allí carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno, elementos indispensables para que exista el tipo de vida que conocemos. Y todo indica, además, que esta luna tiene un núcleo incandescente de roca fundida, lo cual podría aportar el calor necesario para que la vida se desarrolle.
Europa
Pasemos ahora a Júpiter. Allí está Europa, uno de sus cuatro mayores satélites. Se trata de una luna activa, con actividad volcánica, lo cual hace posible que, bajo la capa protectora de hielo y al calor de fumarolas submarinas, la vida pueda haberse desarrollado allí. Existen planes de la NASA para enviar a Europa un minisubmarino capaz de perforar la cubierta helada y sumergirse en sus océanos subterráneos en busca de actividad biológica.
Io
Io, finalmente, tiene más de 400 volcánes activos, todo un récord en el Sistema Solar. A pesar de su tamaño, similar al de la Luna, cuenta con un buen puñado de montañas más altas que el Everest. Pero lo que llama la atención es su atmósfera, en la que se han detectado gran cantidad de compuestos esenciales para la vida. Lo que, junto al calor de los volcanes, resulta prometedor.
¿Y fuera del Sistema Solar?
Hasta ahora sólo nos hemos fijado en nuestro propio Sistema Solar, pero las posibilidades de vida se extienden mucho más allá. Desde que en 1995 se descubriera 51 Pegasi b, el primer planeta fuera del Sistema Solar, los astrónomos han conseguido, hasta ahora, confirmar la existencia de 851 exoplanetas, distribuídos en 665 sistemas planetarios diferentes. Casi 2.500 más han sido ya detectados y están a la espera de confirmación.
Muchos de ellos, la inmensa mayoría, son inviables para la vida tal y como la conocemos, pero los métodos de detección se han ido perfeccionando y en la actualidad los científicos no solo intentan localizar nuevos mundos, sino buscar aquellos que pueden ser más parecidos a la Tierra. Es decir, que sean rocosos, que tengan una atmósfera y, sobre todo, que estén a la distancia precisa de su estrella para que en ellos pueda existir el agua en estado líquido.
Esa distancia, llamada zona de habitabilidad, es una estrecha franja orbital en la que la temperatura es la adecuada para que haya agua. En el Sistema Solar, esa órbita privilegiada está ocupada por la Tierra. Entre todos los exoplanetas descubiertos, unos 50 están a la distancia correcta, pero sólo 7 reúnen todas las características necesarias y son, pues, potencialmente habitables. La lista, por supuesto, crece cada día, y los astrónomos creen que está muy cerca el momento de anunciar el hallazgo de una "nueva Tierra".
¿Es cierto que la vida terrestre podría proceder precisamente de Marte?
Puede parecer una broma, pero es una posibilidad muy real. Se sabe que muchos microorganismos son capaces de sobrevivir en el espacio. Su resistencia se ha probado en múltiples experimentos en los transbordadores y en la Estación Espacial Internacional. Y se sabe también que los mundos del Sistema Solar, especialmente los interiores, que son rocosos (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se intercambian materiales de forma prácticamente contínua.
La forma en que esto sucede es relativamente sencilla. Cuando un meteorito cae, por ejemplo en Marte, el impacto levanta toda una nube de piedras y escombros de todos los tamaños. Muchas de esas rocas son lanzadas de nuevo al espacio por la violencia de la colisión y pueden, eventualmente, caer en otros mundos, por ejemplo en la Tierra. Se trata de una especie de "carambola cósmica" en la que un trozo de roca de un planeta termina formando parte de otro. Aquí, en la Tierra, se han encontrado ya hasta 16 rocas procedentes de Marte.
Y dado que, como hemos visto, Marte es algo más antiguo que la Tierra, y que tuvo atmósfera y agua, la vida podría haberse desarrollado allí antes que en nuestro propio planeta y viajar después hasta aquí a bordo de un meteorito. El resto, es historia.
¿Por qué es tan importante hallar vida extraterrestre?
Porque respondería a una de las cuestiones más acuciantes a las que se enfrenta el ser humano. Y demostraría que la vida no es algo excepcional y probablemente irrepetible, una simple casualidad que sucedió solo aquí, en este pequeño rincón del Universo que llamamos Tierra, y en ningún otro lugar. Descubrir vida "ahí fuera" sería una prueba de que no estamos solos, de que hay más lugares a los que algún día podremos ir y de que existe algo más de lo que, simplemente, tenemos delante de las narices.
Fuente: http://www.abc.es
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