El Sol es una estrella que envejece lentamente y favorece la evolución de la vida
Estos últimos meses, las misiones espaciales en busca de planetas extrasolares siguen generando nuevos datos. Por el momento, se llevan descubiertos 784 exoplanetas y, recientemente, se han descubierto sistemas planetarios que han saltado a los medios de comunicación por su similitud al sistema solar. Me refiero aquí, en particular, al sistema planetario Kepler-30, en el que tres planetas orbitan en el mismo plano.
Un objetivo importante de la búsqueda de otros planetas es responder a la pregunta de si existe vida en otros lugares del Universo. Por esta razón, las misiones espaciales en busca de planetas extrasolares escudriñan, sobre todo, los que podrían encontrarse orbitando alrededor de estrellas similares a nuestro Sol.
Obviamente, que existan planetas orbitando estrellas similares al Sol no garantiza que en ellos se haya desarrollado la vida. Una condición absolutamente imprescindible para ello es que el planeta orbite en la región llamada zona habitable de la estrella. La zona habitable es una región situada a tal distancia de la estrella que permite la existencia de agua líquida sobre los planetas que pudieran orbitar en ella. Y es que la ciencia sabe hoy que sin agua líquida la vida no es posible. Y no me refiero solo a la vida tal y como la conocemos, sino a toda la vida. No puede existir ningún tipo de vida sin agua líquida.
ÓRBITAS HABITABLES
No obstante, que un planeta orbite dentro de la zona habitable es solo una condición necesaria para que la vida se desarrolle; no una condición suficiente. Es necesario, además, que el planeta sea de tipo rocoso, y no gaseoso, y debe poseer agua en cierta abundancia. Estas condiciones no siempre se darán. Pero si se dan, esto tampoco garantiza que surja la vida, ya que es también necesario que dichas condiciones se den de manera estable, es decir, que duren lo suficiente en el tiempo como para permitir que la vida se desarrolle y evolucione. Marte, por ejemplo, antaño tuvo agua líquida en su superficie, pero hoy ya no la tiene. De haber vida en Marte esta será probablemente primitiva y se encontrará en su interior, en bolsas de agua subterránea aún retenidas en el planeta. Por otra parte, un planeta que no orbite en la zona habitable durante miles de millones de años, probablemente no tendrá tiempo de desarrollar organismos vivos complejos, como ha sucedido en nuestro planeta.
Es bien conocido que ciertas influencias gravitacionales pueden modificar las órbitas planetarias. Un planeta en órbita dentro de la zona habitable que, de vez en cuando, entre bajo la influencia gravitatoria de otro planeta compañero podrá, tal vez, finalmente ser expulsado de dicha zona, extinguiéndose así la vida que hubiera podido formarse en él.
Sin embargo, un factor que generalmente no es tenido en cuenta es la variación de la propia zona habitable de las estrellas de acuerdo a su evolución. Todo en el Universo evoluciona, y las estrellas también lo hacen, también envejecen y mueren. La rapidez con que se desarrolla la vida de una estrella impacta de manera dramática en la localización a lo largo del tiempo de su zona habitable. De hecho, nuestro propio planeta dejará de estar dentro de la zona habitable del Sol en unos mil millones de años, no solo porque su órbita pueda ser modificada, sino porque el Sol envejecerá, su temperatura se incrementará, y la cantidad de energía que la Tierra recibirá no permitirá la presencia de agua líquida.
QUÍMICA PRO-VIDA
No obstante, el Sol es una estrella que envejece lentamente. Otras estrellas, aun similares al Sol, podrían envejecer de manera más veloz y modificar así más rápidamente la localización de sus zonas habitables. Esto conllevaría que planetas que en un momento dado se encontraran dentro de estas zonas y pudieran desarrollar vida, se encontrarían fuera de ellas en un tiempo demasiado corto para permitir la evolución de seres complejos.
Investigadores de la Facultad de la Tierra y la Exploración Espacial de la Universidad de Arizona, USA, abordan este tema para intentar averiguar qué características deben poseer las estrellas similares al Sol para que evolucionen lentamente y, por consiguiente, mantengan estables más tiempo sus zonas habitables. Estos investigadores encuentran que la composición química de estas estrellas influye de manera determinante en su evolución. Las estrellas similares al Sol contienen, además de hidrógeno y helio, otros elementos químicos que afectan a la fusión nuclear de su núcleo y a la facilidad con que la estrella irradia la energía generada al exterior. Los investigadores encuentran que las estrellas que más lentamente evolucionan son las más ricas en oxígeno. Sus zonas habitables son estables por mucho tiempo, lo que no sucede en estrellas similares pobres en oxígeno. Estos resultados han sido publicados por la revista especializada The Astrophysical Journal.
Así pues, no cualquier estrella similar a nuestro Sol podrá mantener planetas en órbita dentro de su zona habitable el tiempo necesario para que la vida, si pudiera aparecer, evolucione hasta seres complejos, similares a reptiles, aves, mamíferos, o el ser humano. Definitivamente, cuanto más se conoce de otros planetas y de otras estrellas más difícil parece encontrar alguno en el que un ser inteligente haya desarrollado una civilización tecnológica. Nuestro planeta es excepcional; nosotros somos excepcionales, y sería sabio que lo cuidáramos y nos cuidáramos todo lo posible.
Fuente: http://cienciaes.com
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