El insecto de la imagen estaba doblemente condenado. O era devorado por la araña o moría sepultado por la resina de una conífera de hace 100 millones de años. Ocurrió lo segundo, y la imagen del ataque ha quedado en una especie de fotografía prehistórica, en una imagen que se considera única en su género.
El ámbar, recogido en el valle de Hukawng (Birmania), puede verse incluso la tela de araña en la que había caído el insecto. Hasta parece que se adivina que la víctima es una avispa macho, porque la conservación del animal mantiene un modelo del abdomen rayado.
Además, en la misma pieza de ámbar, aunque no está en la imagen, se encuentra otro ejemplar de araña. Ello es una de las primeras pruebas de un comportamiento social entre los artrópodos, según indica George Poinar, profesor de Zoología de la Universidad de Oregón.
Fuente: http://sociedad.elpais.com
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